Este artículo analiza el proceso de interconexión gasífera entre Chile y Argentina, estudiando tres aspectos principales: a. Los objetivos de esta decisión; b. La negociación del Protocolo de 1995 y el rol desempeñado en ella por los actores públicos y privados y c. Las «guerras de los gasoductos», que definieron las empresas que traerían el gas a Chile. En ese marco, se argumenta, primero, que el objetivo principal de la interconexión fue aumentar la competencia dentro del sistema eléctrico y diversificar la matriz energética chilena. Segundo, que las características del Protocolo y la evolución reciente de Argentina indujeron a las autoridades y empresarios chilenos a pensar que en el futuro no habría problemas de suministro. Tercero, se discute cómo este caso pone de manifiesto las limitaciones del modelo chileno de Estado subsidiario.