Es poco probable que en las actuales condiciones políticas y sociales en Bolivia se pueda dar una reactivación real de su industria petrolera. La falta de competitividad del régimen tributario boliviano y el poco disimulado antagonismo hacia la inversión extranjera hace que ésta fluya preferentemente a otros destinos menos volátiles en la región. Y la falta de competitividad relativa del precio del gas boliviano, hace que Brasil, Argentina y Chile estén hoy en proceso de comprometer sus mercados a la importación de LNG que, aunque a precios superiores, evita cualquier dependencia de Bolivia y asegura un abastecimiento confiable, flexible y alejado de los vaivenes y de la incertidumbre hoy predominantes en el país. Las grandes inversiones necesarias no solo para incrementar la capacidad de producción requerida en 2010 sino simplemente para sustentar los actuales volúmenes de producción, y la ausencia, por ahora, de cualquier indicio concreto de reactivación de las actividades de exploración y desarrollo en el país hacen prever que Bolivia puede aún no haber enfrentado los momentos más incómodos y difíciles de su coyuntura petrolera.