Estos últimos días la ciudadanía ha presenciado el recurrente debate respecto a la necesidad y viabilidad de privatizar las empresas estatales, como una manera de obtener "capitales" frescos para cumplir la agenda social del gobierno, principalmente a dos programas íconos de los gobiernos de la Concertación: La Reforma de la Salud y la Reforma de la Educación. Lo curioso es que tanto los medios de comunicación, el Gobierno y los intelectuales neoliberales, obliteran que estos programas previamente ya se han visto sometidos a procesos privatizadores, en un estado incipiente en el caso de la salud, y en un proceso ya consolidado en el ámbito educacional. Es decir, con la liquidación del patrimonio de todos se pretende consolidar los procesos de privatización de la salud y la educación. Una gran paradoja, con recursos públicos financiar modelos privados.
Esto no viene sino a confirmar la hipótesis, que plantee en mi tesis "La Paradoja Modernizadora de la Reforma Educacional Chilena: una perspectiva cultural", en la cual señalo que los problemas en la ejecución de este plan estatal no se deben esencialmente a la incomprensión del profesorado, sino a una evidente disonancia que existe en el propio diseño de la Reforma Educacional, ya que contiene un discurso muy "humanista", pero se sustenta en un objetivo político de carácter neoliberal; debilitar el rol del estado en la educación, y formar jóvenes para la economía de mercado. Por eso he usado intencionadamente la palabra "capitales" para titular este artículo, ya que pretendo develar las siete principales paradojas que evidencian el carácter tecnoproductivo y economicista de esta Reforma Educacional.